Quod
amare sit Dea amoris amart Jacqueline
Me
sigue gustando
su
sonrisa,
sus
senos,
la
esponja de su lengua,
las
delgadas alas
que
inmemorablemente extiende
sobre
la blancura de las sábanas.
Me
sigue gustando
como
hacemos el amor
al
final de la tarde,
como
abrimos al - el cuerpo
a
las nuevas brasas
al
indolente deseo.
Me
gusta que estemos solos,
para
masticarnos
de
puro placer
de
placer puro,
para
vocalizarnos
de
puro gusto
de
gusto puro
cantar
sobre la tierra oscura.
Me
ha besado tantas veces
que
pienso en la eternidad del hemisferio,
en
la eternidad de las bugambilias
en
las sombras ardientes
volando
detrás de los orgasmos.
Ignoro
cuanto tiempo
permanezco
dopado con sus besos,
besos
suave orgiásticos de sus labios
superiores
e inferiores.
Labios
que me llevan a pensar,
pensar
siempre
siempre
pensar
en
la estructura molecular de los quásares,
en
la teoría cuántica,
en
la expansión interminable del espacio
espacio
cálido húmedo
húmedo
cálido de su ser.
Lucidamente,
kamasutricamente
sus
columnas dóricas
me
cobijan, me aprietan,
me
acostumbran, me tumban.
Me
acostumbro a que me apriete,
a
cobijarme con recuerdos
casi
al final de la madrugada
cuando
encuentro su amor
pegado
en la almohada.
Días,
meses, años nado en ese amor
entre
alteros de papeles y poemas escritos
escritos
en su piel con la copiosa esencia de mi ser.
Años,
meses, días juego con la ausencia
adelgazo,
tomo
vino a escondidas
a
escondidas tomo su vino
para
abrir los sobres de la ausencia
y
escanciar la juventud derramada
el
torrente de sangre
que
hace el milagro
de
detener los relojes del mundo…
De
fundir el espacio – tiempo
la
relatividad bigbánica de nuestros cuerpos
en
la geometría tántrica del eros del amor.
Pío Domingo Rosales Sena
País: México.
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