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Ramón Olivares, Poeta y Editor

viernes, 15 de septiembre de 2017

NOCHES DE CALLAR







                  Morder la almohada y contener el grito que se quiebra en la garganta.
Apretar los dientes  para no dejar salir un alarido reprimido por años y en cambio, sale de  la boca un gemido sutil, pero que quiebra los cristales de esa habitación fría.  Luego,  unas desesperadas ganas de huir del lecho.
Huir de esas caricias que no conmueven, no erizan la piel, una emoción perdida con el tiempo.
¿Y el amor?  El amor se desvaneció en el cosmos, esa constelación de estrellas  que antes brillaban hasta enceguecer, un huracán de besos que recorría el cuerpo, hoy es un gélido latido en el corazón y no dicen nada.
Huir, huir del infierno y refugiarse en un cuarto pequeño de dos por dos, al levantar la mirada, el espejo devuelve un rostro sombrío, los ojos hinchados, en los labios, dibujado un rictus de dolor.
Luego…seguir, un día y otro, hasta no poder más, el cuerpo habla y dice
- Hasta aquí-!

 Ya no sigas, grita, di lo que sientes, levántate, tú puedes salir. 



María Estela Rodríguez
Argentina

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