Me despedí de tu cuerpo lentamente
mientras
el silencio besaba mis labios,
me
aferré a ti como gorrión a su nido,
y
sábanas blancas secaron mis lagrimas
mientras
nuestras manos se despedían sutilmente.
Un
aire matinal besó mi espalda
¿Eran
tus alas?
¡No
lo sé! Pero respiraba tu aroma
perfume
de tus sienes.
Te
recordaba cada noche,
entre
canciones y fotografías,
y
al rodar mis lágrimas en las mejillas
parecieran
aún, el recuerdo de tus
caricias
vagas.
Sentir
en los instantes del tiempo tu abrazo
pequeño
rebozo, cobijo de algodones
nubes
etéreas.
Han
pasado 2 meses
tu
corazón fue donado
¡Niña
con Ojos Grandes!
Tierno
ámbar en su mirada.
Me
ha abrazado tan tiernamente
¡Que
tu voz me ha llamado!
En
el latir del corazón prestado.
Ramón
de Jesús Hernández olivares
Veracruz, México