En
el café
de
una tarde provinciana
suspiras
sonriéndome
Veo
destellos en tu mirada,
tu
vestir no es alegre,
contrasta
un gris perla
con
tu collar de plata.
Amaneció
con nubes perladas,
y
relámpagos de furia rasgan
a
las nubes que huyen
cuando la llovizna
canta.
Aún
suspiro y me regocijo
de
tener tus abrazos amorosos,
siempre,
a través de los años.
Sonríes
y no estás presente,
miras
los minutos en tu reloj
de
aniversario.
¡Tiemblan
tus labios!
¡escapa
una lágrima!
Tocas
mi rostro,
tus
manos tiemblan,
lectura
de cartas amorosas.
Anhelos,
poemas eróticos
que
no fueron escritos para ti,
suda
mi espalda, y mis labios
que
muchas veces has besado,
¡Palidecen!
¡Muere el carmesí!
Solo
agonizo y espero
pronunciar
el perdón,
pero
no llega.
Tomas
mi alianza olvidada
para
unirla a la tuya,
un
pañuelo blanco con tinta
de
besos ajenos.
una
remolino de bastos
golpetean
el pecho.
¡Quisiera
haber desmayado!
Te
acercas a mí sutilmente
colocas
un sobre blanco en mi solapa,
apresuradamente
a tu partida repentina
devoro
sin medida las angustiosas frases
de
tu despedida.
Yo…
solo leo antes de mi infarto
que
abordaras el tren de medianoche,
con
quien quiere besar tu mano.
Ramón de Jesús Hernández Olivares
Derechos Reservados
Veracruz, México Julio 2014